La puerta condenada

La puerta condenada 


Petrone, hombre de negocios bonaerense, viaja a Montevideo a fin de ultimar unos asuntos y se instala en el Hotel Cervantes. Es un hotel en cuya recepción hay un pedestal con una Venus de Milo conmocionante, un hotel sombrío y en extremo silencioso, con muy poca gente alojada. La habitación de Petrone es pequeña, pero a él no le importa mucho. Se encuentra de paso (el contrato con los industriales de mosaicos no exigiría más de una semana de permanencia), sólo quiere cerrar un negocio y regresar a Buenos Aires. Entra en contacto con sus clientes, charlan, cenan, beben tragos y cada noche vuelve dócilmente a dormir. Lee diarios, recibe (el segundo día) una carta de su mujer. Todo normal, todo cotidiano, todo posible. Todo cognoscitivamente verificable. Pero hay un llanto de niño, casi imperceptible en la primera noche; unos lloros de niño y unos arrullos de mujer, de madre, que van concretándose en las sucesivas noches. Hay un descubrimiento, de otra parte, tan posible en un hotel: una puerta condenada semicamuflada por un armario. Petrone intuye que los murmullos llegan de ahí. Pero hay algo más, el gerente del hotel le dice que no hay niños pequeños en su piso. Al lado de su pieza únicamente vive una señora.
¿Por qué crees que Petrone escuchaba llorar a un bebé en su armario?

Resultado de imagen para la puerta condenada

No hay comentarios.:

Publicar un comentario